Dr. Adolfo Chávez Negrete
Reseña histórica
La regulación de la profesión médica se remonta a los tiempos de los romanos, cuando los emperadores de oriente Honorio y Teodosiano elevaron la dignidad de los protomédicos comparándola con la de los duques, condes y vicarios generales de los ejércitos; los protomédicos eran elegidos mediante un examen de suficiencia que les practicaban los mismos Archiatos o protomédico; ese examen era un requisito indispensable sin el cual el aspirante no era habilitado para el ejercicio médico y en esto no podía intervenir ni el senado ni el pretor, de tal forma que ningún protomédico podía ejercer sin este requisito.
En 1285 Alfonso III de Aragón estableció que los médicos debieran ser examinados por los prohombres del lugar; sin embargo, la institucionalización se inició con el Tribunal del Real Protomedicato el 30 de marzo de 1477, con la idea de la fiscalización del quehacer de médicos, cirujanos y boticarios, diciendo: “Y mandamos y damos autoridad y licencia a los dichos nuestros Alcaldes y Examinadores Mayores, para que conozcan de los crímenes, y excesos y delitos de los tales Físicos y Cirujanos, y Ensalmadores y Boticarios, y Especieros, y las otras cualesquier personas que en todo, o en parte, usaren oficios a estos anexos o conexos”; en 1511 Enrique VIII reglamentó el ejercicio de la medicina estableciendo por primera vez el Consejo de Certificación, que permaneciendo vigente por 300 años.
El Real Tribunal del Protomedicato fue un anticipo de lo que posteriormente fue el Ministerio de Sanidad, ya que sus funciones iban encaminadas a salvaguardar la salud, no solo de los súbditos de la Corona, sino a evitar la enfermedad de los integrantes del Reino Español.
En las principales naciones de Europa se establecieron Protomedicatos, con parecida estructura y otra denominación. Tuvieron Protomedicato varios de los reinos de España, Portugal y Nápoles, éste último fundado por Juana II de Nápoles el 18 de agosto de 1430.
El Protomedicato no fue una institución exclusiva del territorio Español, también estará presente en las colonias americanas del Imperio ibérico, desde el siglo XVI en México y Perú, y a partir del siglo XVIII en Río de la Plata.
Si bien el Protomedicato en España surge inequívocamente del poder real, los protomedicatos en América tienen un origen más complejo, pues en unos casos van a llenar un vacío del poder real y en otros surgen del vigor administrativo de los Cabildos americanos, algunos procedentes del poder virreinal y en rara ocasión puede surgir de las autoridades universitarias.
Con la conquista de la Nueva España la situación fue semejante, aunque el precedente de haber sido el Cabildo de Veracruz el que suplantó el poder real conferido a Velázquez para la conquista de México, al otorgarle ese privilegio a Hernán Cortés.
El 11 de enero de 1527 se presentó ante el cabildo de la ciudad de México el doctor Pedro López con “ciertas cédulas y poderes de los Protomédicos de su majestad”. El ayuntamiento, entonces, tomó la determinación de designarlo como protomédico de la ciudad. A partir de este hecho, la ciudad asumió la responsabilidad de su propia política sanitaria. Así, cada año, o cada dos, se designaba a uno o dos protomédicos o “visitadores médicos” para que realizaran las tareas de supervisión sanitaria dentro de la jurisdicción de la ciudad, que se extendía a una distancia de quince leguas alrededor de la misma.
Con la práctica del Cabildo de México se llenaba el vació del poder real ante las necesidades sanitarias, pero al mismo se suplantaba el poder del monarca. Es natural que al presentar sus credenciales ante la Audiencia de México los Protomédicos con nombramiento real, iniciaran un largo proceso donde quedaban en conflicto el poder del
Antecedentes en México
Sin embargo, no es sino hasta el año de 1628 cuando por Cédula Real se crea oficialmente el llamado Real Tribunal del Protomedicato de la Nueva España; teniendo como objetivo desempeñar las funciones que similarmente se llevaban a cabo en la Península Ibérica. Dato por demás importante es que historiográficamente es complicado estudiar la historia de la Medicina mexicana, principalmente el siglo XVII, ya que las fuentes primarias de este periodo son escasas debido al gran incendio que se suscitó en el año de 1692 y que acabó con gran parte de los archivos del Tribunal del Protomedicato, a pesar de ello se puede lograr llenar las lagunas de este periodo por información cruzada con el Archivo General de Indias situado en Sevilla, España. La documentación que hoy día se resguarda en México sobre el Tribunal del Protomedicato está dividida principalmente entre tres instituciones: El Archivo General de la Nación, El Instituto Nacional de Antropología e Historia y La Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Mientras que la Universidad Colonial de México fue fundada el 21 de septiembre de 1551, 30 años después de la llegada de los españoles, dentro de sus múltiples funciones administrativas se creó el código de leyes sanitarias y estableció los exámenes de certificación de médicos y farmacéuticos.
Con los años, la certificación del conocimiento médico para la atención, competencia y destrezas frente a un paciente se convirtió en una necesidad social y moral del propio médico, lo que llevo a estructurar y reglamentar los procedimientos que en forma presencial y escrita tenía que llevar a cabo un profesional médico para ejercer su profesión
Ya en el siglo XX, en 1917 se estableció en los Estados Unidos el primer Board (certificado) para la certificación de los oftalmólogos; en 1963 en México se estableció el primer consejo para las especialidades de anatomía patológica y en 1965 de cirugía neurológica, urología y cirugía plástica
En la década de 1970, la Academia Nacional de Medicina encabezó todo un proceso encaminado a la certificación de los médicos especialistas, y para 1974 establece que: “Los conocimientos de la ciencia médica se acrecientan constantemente y se relacionan de manera compleja con otras disciplinas científicas, razones que hacen necesario que los médicos profundicen en el conocimiento y lo validen científicamente”.
En el año de 1997, el Dr. Octavio Rivero Serrano, que en ese momento era el secretario del Consejo de Salubridad General, consideró conveniente diseñar un procedimiento semejante para llevar a cabo un proceso de certificación de los médicos generales, con el objetivo de lograr una mejora en la calidad y en la seguridad de la atención de los pacientes, por medio de la preparación y la actualización de este importante grupo de profesionistas, ya que no contaban con un proceso equivalente del especialista. Convocó para ello a la Academia Nacional de Medicina y a la Academia Mexicana de Cirugía para que se diseñaran y organizaran el proceso de certificación de los médicos generales, dada la experiencia que estas instituciones habían adquirido con la certificación de los médicos especialistas, y de esta forma asegurar a la sociedad mexicana que también los médicos generales contaban con los requerimientos necesarios para prestar una atención médica de calidad. Una vez logrados los acuerdos necesarios y el compromiso con todas las instancias que participarían en la certificación, se consideró importante la participación de los consejos estatales de medicina general en cada una de las entidades federativas, que dependerían del Consejo Nacional, para de esta manera facilitar la ubicación de los médicos practicantes en cada una de las entidades federativas.
Certificación de los médicos generales
En base a lo anterior quedó establecido el Comité Normativo Nacional de Medicina General (CONAMEGE), integrado por representantes de la Academia Nacional de Medicina, la Academia Mexicana de Cirugía, el Consejo Nacional de Certificación en Medicina General y como asesor externo la Asociación Mexicana de Facultades y Escuelas de Medicina; este comité entró en funciones el año 2001, quedando como objetivo fundamental la certificación de los médicos generales de todo el país por medio de la evaluación de sus conocimientos y sus competencias, además de mantener la vigencia del conocimiento mediante la certificación en periodos de cada 5 años, que se logra al acreditar una educación médica continua. Aunque el proceso de certificación es voluntario para los médicos generales, este implica valores, ética y profesionalismo, al concientizar y asegurar a sus enfermos que están capacitados para ofrecerles una atención de calidad, dado que la certificación demuestra que están actualizados en sus conocimientos y habilidades.
En lo que respecta a la recertificación, es indudable que hoy más que nunca la rápida evolución del conocimiento y de la tecnología hace que, en un tiempo corto, quede obsoleto lo que se tenía por verdadero, y de ahí la necesidad de mantener una actualización de los conocimientos que pueda ser demostrable.
Para estimular y propiciar el aprendizaje cotidiano, CONAMEGE que promueve la educación médica continua, ha desarrollado un programa de estimulación con un puntaje para los cursos que en forma presencial, a distancia o mixtos (webinars) atiendan los médicos generales a través de la plataforma por internet de CONAMEGE y que es tarea fundamental del Subcomité de Educación Médica Continua; para ello el Subcomité está integrado por personal representante de las Academias y del Consejo de Medicina General para garantizar que los cursos de capacitación que ofrece CONAMEGE, tienen las características idóneas y de calidad para ser considerados adecuados y actualizados para mejorar el conocimiento de los médicos generales, privilegiando el puntaje a los cursos de temas prioritarios en salud y con un enfoque preventivo.
Como ejemplos de oportunidades de actualización, y tomando en consideración la pandemia de COVID, CONAMEGE ha incorporado a sus cursos en línea las presentaciones semanales de la Academia Nacional de Medicina, PRONADAMEG, la Academia Mexicana de Cirugía, la actualización del Boletín con el tema COVID19, y recientemente dos videoconferencias que la Universidad de Valencia elaboro para la capacitación de los médicos generales con el tema diagnóstico y tratamiento de los pacientes con COVID. Actualmente se tiene el registro de 30,095 médicos generales certificados, que mantienen su certificación vigente. Aunque no se tiene una cifra fidedigna del número de médicos generales que realizan su actividad profesional en nuestro país, es un número considerable que se acerca cuando menos al 30% de todos ellos.
Los motivos por los que el médico general se debe certificar se sustentan en varias razones. La primera es demostrar que cuenta con los conocimientos y competencias necesarias para brindar una atención de calidad a los enfermos que ponen en sus manos, con confianza su salud y en ocasiones su vida. Debe demostrar, también, que se mantiene actualizado durante toda su vida profesional, dado que la rápida evolución de los conocimientos y de la tecnología obliga a mantener vigentes sus conocimientos y capacidades. La certificación también es un mecanismo que permite hacer comparables las competencias que debe tener un médico al concluir sus estudios. Actualmente hay identificadas y en funcionamiento 162 escuelas de medicina, distribuidas en todo el territorio nacional, de las cuales están egresando cerca de 20 000 médicos al año. No todas estas escuelas cuentan con la acreditación necesaria y, por lo tanto, no se conocen los programas curriculares que imparten, lo que da lugar a una gran disparidad de los conocimientos y de la calidad de los egresados de estas instituciones formativas. Un examen de certificación puede paliar algunas deficiencias en este sentido. Una razón más es que con alguna frecuencia, en el mercado laboral, instituciones de salud, oficiales o privadas, así como instituciones educativas, exigen la certificación para su contratación. Un ejemplo es la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, en la que se tiene considerado, en los Criterios para la Evaluación del Personal Académico de la Carrera de Médico Cirujano, que para la contratación de profesores de ciclos clínicos hasta el quinto semestre puede estar a cargo de esta enseñanza un médico general certificado. Por otra parte, recientemente se ha establecido por el Consejo de Salubridad General un premio al mérito médico dirigido a los médicos generales, denominado Doctor Miguel Francisco Jiménez, para quienes se hayan destacado en su labor en la atención primaria de la salud y que sería deseable fuera otorgado a un médico certificado.
Otro atributo es que con la capacitación médica continua el médico general adquiere puntaje que le facilita calificarse para la recertificación sin necesidad de realizar nuevamente el examen de certificación. Finalmente, la Academia Nacional de Medicina, dando ejemplo de congruencia, tiene sillones disponibles para los médicos generales que cumplan con los requisitos para ocuparlos, entre otros el de tener su certificación vigente.